En muy poco tiempo el rabino Pitchon había logrado atraer cientos de niños, adolescentes y estudiantes universitarios.
Sus programas que incluían traer jóvenes voluntarios de los Estados Unidos, creaban reticencias con los ancianos de la comunidad.
Doña Meri, entonces se había convertido, además de “ministro de desarrollo y economía,” en “ministra de relaciones públicas.”
Incansablemente negociando con los líderes comunitarios para allanar las dificultades que el encuentro generacional presentaba.
Sugiriendo la idea de crear un campamento de verano para la educación de niños y adolescentes judíos, Doña Meri negoció que el Estadio Israelita prestara sus chalets de esquí no utilizados en el verano para realizar un programa de esta tipo, nunca realizado antes.